

Esta obra concluye que la Democracia, como forma de gobierno, sigue siendo, a día de hoy, una aspiración del colectivo humano, porque ninguno de los modelos pre-existentes han sido verdaderas democracias.
La democracia ateniense excluía a la mujer y a los esclavos: no era, pues, la Democracia. Luego, en nuestra época contemporánea, se la ha presentado con apellidos: en los fascismos, como Democracia orgánica; en el desaparecido bloque soviético, como Democracia popular; en el mundo capitalista, Democracia liberal. Ninguno de esos modelos han sido, ni son, la Democracia. Dicho de otro modo, la Democracia, como forma de gobierno, sigue siendo una aspiración del colectivo humano.
Ficha técnica